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promesa cumplida by pablop


Salí del trabajo dispuesto a cumplir con la promesa que le había hecho a mi novia. Caminé las tres cuadras que separaban mi oficina con la vieja peluquería que había visto en varias oportunidades y a la que nunca había visitado. Mi pelo estaba ya un poco largo comparado con el corte que uso habitualmente. Me cubría las orejas y por detras el cuello de la camisa pasaba dos centimetros. Iba decidido a un corte extremo. De todos modos no estaba tranquilo. Siempre es inquietante cuando uno tiene un nuevo peluquero. Llegué y sólo se veía a traves del ventanal un cliente en el sillón. Entré casi sin pensar. Saludé y me ubiqué en una silla de espera. El peluquero, bastante mayor ( le calculé unos 60 años) estaba pelando a una persona también mayor. Se notaba que el corte estaba ya por terminar porque la nuca aparecía rapada al ras, o sea no quedaba mucho por cortar. Cuando le empezó a desabrochar la tela que lo cubría, mis nervios se alteraron. Mientras el cliente pagaba, el peluquero me llamó a ocupar el viejo sillón de cuero rojo. Caminé hacia él y el peluquero ya me esperaba con la tela blanca desplegada y una sonrisa que me pareció maliciosa. Me senté y me envolvió con la sábana blanca que me cubría por completo. La anudó con fuerza por detrás y mientras me peinaba me preguntó por el corte : - Cómo lo dejamos? me dijo, y agregó:- cortito, no? Me sorprendió como tomó la decisión por su cuenta, pero como era lo que yo quería le dije que sí. Como si sólo hubiera dos opciones me volvió a preguntar:- A la americana o media americana? Yo quedé casi sin habla, y con un hilo de voz le dije:- media americana. Después de decirlo me arrepentí, pero ya estaban jugadas mis fichas. Lo veía eligiendo sus herramientas y me dió escalofrío cuando ví que tomó una máquina de pelar antigua y la hizo funcionar en el aire abriendo y cerrando su puño. Se dirigió a mi nuca y bajándome con firmeza la cabeza hasta que la barbilla chocó con mi pecho apoyó la máquina en la base de la nuca y la empezó a correr hasta la mitad de mi cabeza con movimientos lentos. Algunos mechones de mi pelo caían en mi regazo y me imaginaba la nuca pelada por franjas paralelas una junto a otra. Perdí la cuenta de las veces que la pasó pero a cada pasada imaginaba mi nuca rapada al ras. Pasó luego a los costados tumbándome la cabeza a uno y otro lado. Ahora veía como iba dejando mis laterales pelados hasta las sienes. La transformación se veía brutal en el espejo. Sólo tenía el pelo largo en la cima de mi cabeza. Dejó la máquina y tomó una tijera para cortarme todo el pelo de arriba. Levantaba los mechones con el peine y los cortaba sin contemplación. Me dejó la parte superior a sólo dos centimetros. Me cortó tambien la parte trasera cercana a la cima de la cabeza y , acto seguido , me cepilló toda la cabeza para quitar los pelos cortados. La capa blanca se llenó de pelos. La desabrochó y la sacudió en el aire para luego volver a anudarla. Me entalcó la nuca, cosa que odio, y me colocó un espejo de mano en la parte de atras para que vea el corte. Estaba la nuca pelada desde la mitad de la cabeza hacia abajo. Como ya estaba jugado le dije si podía subir la máquina un poco más porque me crece muy rápido el cabello. Me dijo que sí pero me aclaró que eso sería una americana y tendría que llegar hasta la coronilla. Le dije que sí, que lo hiciera. Volvió con otra máquina a la base de mi nuca y me la pasó hasta arriba. Me estaba pelando toda la nuca. Yo, con la cabeza gacha, sólo imaginaba mi corte. Me peló todo y rebajó aún más el pelo superior con tijera. Me veía totalmente rapado. Me pasó la palma de su mano por mi nuca pelada lo que me provocó una gran excitación. Me sacudió con el cepillo y me puso otra vez el espejo. Estaba rapado al máximo, y mi nuca estaba blanca dejando ver el cuero cabelludo. Desde que era niño y mi padre me llevaba a lo de Don Antonio no me habían pelado tanto . Me afeitó la base de la nuca, las patillas y el arco que tenía detras de cada oreja. Me sacó el excedente de jabón con una toalla y me peinó con un gel que tenía un perfume espantoso. Mi imagen era irreconocible. Me sacó la tela y me dijo:- listo joven, bien cortito. Yo me acariciaba la nuca y no podía entender como había llegado a eso. Mi novia quedó encantada . Con los días me fue gustando el corte a pesar de las bromas en el trabajo. No lo sé, pero tal vez vuelva para conseguir ese corte . Coordenadas de la peluquera , si a alguien le interes, Av. Galicia casi Mendoza ( Avellaneda, pcia de Bs As.)



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